martes, 16 de septiembre de 2008

Nit del Foc (I)

Yo le pedí que no lo hiciera. Eran las fallas, en Valencia. Él había bajado desde Madrid para pasar esas fiestas con nosotras. Con Clara, y conmigo. Oficialmente, como siempre, ella era la novia y yo la amiga. Era incómodo, pero aunque no lo parezca, tampoco era tan grave… podía desconectar fácilmente con un libro, o el mp4, mirando las fallas o los castillos, cerrando fuertemente los ojos para sentir la mascletá, para desear que algo me sacase de allí… mientras sentía sus manos en cualquier parte de mi cuerpo. Aprovechaba cualquier segundo en que ella no mirase para recordarme que yo era suya también. Y fui tan estúpida como para seguirle el juego. Cada vez que ella se daba la vuelta, se distraía o se iba, yo intentaba obtener de él un beso, una mirada, una caricia… y esa fue mi perdición. Habíamos estado todo el día jugando con fuego. Yo sabía que una de las poquísimas cosas que yo podía ofrecerle para que me mirase siquiera era que nunca decía que no. Conmigo podía cumplir cualquiera de sus fantasías, en cualquier momento y en cualquier lugar. En aquel restaurante, cuando Clara se fue al servicio, aproveché mis únicas armas e intenté excitarle. Sé que no hay ninguna justificación válida… pero yo quería que me prestara atención. Minutos antes, al otro lado de la misma mesa del reservado, él la había masturbado delante de mí, aunque ella estuviera tan obnubilada como para no darse cuenta de que yo estaba mirando, porque él me lo había ordenado. Yo sólo quería que me tocara a mí también. Estaba nublado, uno de esos días en que hace calor y se nota la fuerza del sol, pero todo el cielo está cubierto por nubes grises que no dejan pasar más que una frustrante luminosidad incómoda, que parece no venir a cuento. Odio esos días. Me ponen de mal humor, y pienso siempre que algo va a salir mal. Y se lo dije a Clara. Para ella, y más a partir de aquel día, yo siempre fui una persona inestable, incómoda. Me quería mucho, pero estaba segura de que yo era una desequilibrada irresponsable, y por tanto, peligrosa. Creía que estaba obsesionada con SU novio, y que era bastante puta, por lo que él y yo misma le contábamos sobre mí. Todo esto me hacía una bomba de relojería para ella, así que cuando yo decía que algo saldría mal, o que tenía miedo de algo, era ella la que empezaba a temer qué excentricidad se me ocurriría llevar a cabo esta vez. Así que decidió que nos iríamos a su casa, supongo que quería irse sólo con él. Lo que no sabía era que yo no tenía permitido marcharme. Así que nos fuimos a su casa. Lo manotazos de él se volvieron mucho menos sutiles durante el camino, y supe que estaba caliente. Tuve miedo porque sabía que si se daba la oportunidad, sería especialmente violento conmigo esta vez. Llegamos a su casa y él siguió metiéndole mano a ella de una forma mucho más obvia, pero menos agresiva que a mí. Y ella se levantó, salió de la habitación. Me entró el pánico. Yo la quería, la quería muchísimo. Él me preguntó dónde había ido, y le mentí, le dije que había bajado a la calle a por algo. Por eso, él siempre dijo que yo lo hice aposta, para que rompiera y él se quedara conmigo, pero no fue por eso. Sólo veía una opción. Necesitaba un abrazo de alguien, y sabía que él sólo me lo daría si podía follarme, y que sólo me follaría si creyese que no le crearía ningún problema con ella. Necesitaba que me tocara, que me acariciara… necesitaba dejar de sentirme como si no existiera. Y había otra cosa. Durante mucho tiempo no la quise reconocer, pero esperaba que alguien me rescatase, sé que era muy cruel, egoísta y absurdo, pero pensé que si ella nos pillaba, acabaría esa farsa por fin. No me interesaba especialmente que ellos rompieran, aunque no quería que él le hiciera daño. Lo que yo quería era poder decirle toda la verdad a ella, poder llorar en sus brazos, y poder alejarme de él. No podía imaginarme lo que pasaría. Si me hubiera parado a pensarlo lo habría sabido, pues era lo mimo que yo habría hecho en su lugar. Clara entró en el baño de su habitación, mientras él me penetraba por detrás. Su “Qué estáis haciendo?” me produjo un pánico enorme. Me abracé a él, y él me soltó, me empujó, y me miró como si fuera el ser más repugnante del universo, y corrió junto a ella, a la puerta. Ella actuó con rapidez. Cerró la puerta que unía sus habitaciones con la de su madre, puso música para que no nos escuchara, le dijo a él que se marchara a la otra habitación y a mí que no saliera del baño. Se quedó mirándome un momento. Supongo q trataba de imaginarse qué pasaba por mi cabeza. Yo no me movía. Estaba semidesnuda en el suelo del baño, en un rincón, y miraba al vacío, temblaba, pero no tenía miedo. No sentía nada. Empecé a llorar, pero no sabía por qué, no entendía por qué tenía las mejillas mojadas y veía borroso si yo no sentía nada. Ella se marchó a hablar con él. No creo que tardara mucho, pero yo no podía saberlo. Me puse a observar el baño, era precioso, con su mármol rosa y su bañera de hidromasaje… había un armarito también rosa, lo abrí. Dentro estaban los útiles de aseo, o muchos de ellos, y encontré unas tijeras. Despacio, firmemente, y con paciencia empecé a dibujar líneas paralelas en mis brazos, a lo largo, las hacía más gruesas, más finas, más largas, o más cortas, más profundas o más superficiales, quería que estuvieran unas al lado de otras, pero que fueran diferentes. Cuando la oí entrar en la habitación, guardé las tijeras donde estaban. Los cortes no era demasiado profundos así que no sangraban lo suficiente como para que ella les prestara atención. Empezaron a doler intensa pero quedamente, y me sentí mejor. Seguía llorando. Ella se sentó junto a mí, me miró y me preguntó varias cosas que supongo ya rondaban su cabeza antes de que esto ocurriera.

- Cómo estás?
- Bien….
- Ya. Qué ha pasado?
- Lo siento…
- Sí, eso ya lo sé. Ha sido sólo ésta vez?

(Ése era el momento clave, habría bastado decir No para acabar con al menos parte de esta farsa, deseaba decir que no, gritar que no, debería haber dicho: “NO, no, no, no, llevamos 1 año juntos, me viola, me insulta y me humilla cada vez que hago algo mal, y siempre hago cosas mal, todo es mentira, todo lo que te dice, y todo lo que digo yo. Te ha engañado desde el primer día.” Pero no pude.)

- Sí, sólo esta vez, no sé cómo ha podido pasar, no ha sido culpa suya, he sido yo.
- Sí, ya me lo ha dicho él.

Bingo. Lo sabía. La clave había sido separarnos, ella había pensado que era la mejor forma de sacarnos la verdad, pero para mí era otra manera de manipularme. Yo ya había aprendido entonces a temer lo que él me diría sobre mis actos incluso cuando no estaba presente. Yo sabía que él le habría dicho que yo me le había tirado encima, que le había puesto caliente y que él había perdido la cabeza. Que no me quería, que no le gustaba, que me odiaba, que era una desequilibrada, que me echaran de sus vidas para siempre y todo saldría bien. Lo que yo no podía saber es si él le habría dicho que yo le había intentado seducir siempre o algo así. Si yo le decía la verdad ahora, cabía la posibilidad de que él la hubiese preparado para ello, cabía la posibilidad de perderlos de verdad a los dos, de que ella no me creyese, o de que si me creía, él me destrozase. No quería hacerle daño a ninguno de los dos, sabía que lo que estaba pasando era culpa mía. Y me daba pánico su reacción. Así que tome una decisión rápida y fatal.

“- Sí, sólo esta vez, no sé cómo ha podido pasar, no ha sido culpa suya, he sido yo.”


- Sabía que dependías demasiado de él.
- Lo siento
- Deja de decir eso. Cómo ha pasado?
- He sido yo.
- Sí, eso ya lo sé, pero qué le has hecho?
- Ha sido muy raro, se me ha ido la cabeza, me sentía muy mal y…
- Por qué, María, por qué a mí?
- No, nada de esto es por ti, lo siento, es culpa mía, todo es culpa mía, contamino todo lo que toco, lo he estropeado todo, todo, todo. Lo siento, lo siento. Perdóname, por favor, yo no quería hacerte daño, no quería traicionarte, no quiero perderte…
- No digas eso ahora.
- Lo siento… cómo está él?
- Mal. Se ha venido abajo. Nunca le he visto tan destrozado. Se ha hecho heridas en las manos, no hace más que llorar y pedir perdón. Estoy agotada, María. Esto no puede estar pasando.

Eso era comprensible, ella estaba como ausente, todavía no había llegado a la realidad, no había acusado el golpe. En cuanto a él, su equilibrio mental obviamente no era el óptimo, así que supongo que también cayó bajo la presión, por otra parte, yo sabía que él ya había jugado su carta en todo esto, ya había hecho su personaje de la partida, e incluso el mío. La única variable era Clara. Teníamos que irnos, habíamos quedado a cenar en casa de mi madre. Clara sabía que para ella, Él era mi novio. Le habíamos dicho que era porque si no, al estar yo tan mal de la cabeza no me dejaba salir, ni viajar, ni nada. Como delante de mi madre no nos besábamos, ni dormíamos en su casa ni nada parecido, en principio no había problema. Clara no es de esas personas histéricas que hacen un millón de cosas irracionales que más tarde no se pueden remediar, porque se han encontrado con algo que no esperaban. Ella sabía los enormes problemas que podía provocarme si no íbamos a casa de mi madre, así que decidió que iríamos.

5 comentarios:

Forgiven Princess dijo...

Ya me hablaste de esto, pero no sabía lo de los cortes... Bueno, espero la siguiente entrada...

Insisto, ¿todo bien?

Amenazo llamarte esta noche o mañana si no me contestas ^^

Besotes!

mane dijo...

chikita..te entiento tanto...
perosiempre doy el mismo consejo
hay ke saber cuando detenerce.

Agua dijo...

Sí, todo está bien, princesa, muchas gracias ;)
He estado algunos días en shock, pero creo q es hora de volver a la realidad.
Me encuentro mucho mejor.

Agua dijo...

Y creo que no puedes imaginarte lo mucho que me anima recibir tus sms...
eres un ángel de melena heavy. xD

Nel dijo...

Sin palabras... nunca había leído nada así, la verdad.
¿Cómo pueden llegar las personas hasta ese punto en el que se nubla la razón así? No me malinterpretes, en parte te comprendo porque alguna vez he hecho cosas sin pensar en las consecuencias, dejándome llevar por las emociones del momento... y luego lo he pagado, claro, pero creo que nunca he involucrado a terceras personas, creo que en ese sentido soy un poco más como Clara en esta historia: cuando de otras personas se trata, o delante de otros, consigo que mi mente racional mande sobre la emocional, aunque por dentro me esté muriendo y luego a solas nazca el mismo demonio de mi interior...

Ya lo sabes, si algo bueno aprendiste, es que pensar y recapacitar un poco antes de llevar a cabo alguna acción que nos comprometa puede salvarnos de graves consecuencias.

Un abrazo bien fuerte, y gracias por tu apoyo.
Por cierto, comprendo eso de que es un alivio que al menos el dolor sea involuntario... para mí también lo es. No en el sentido de que no puedo controlarlo, sino en el sentido de que de alguna manera es inevitable, no es algo que me esté haciendo yo misma (aunque sé que tiene mucho que ver con las consecuencias de mis actos).