lunes, 25 de agosto de 2008

Otra vez el vacío, otra vez sin palabras, otra vez...

Mi corazón duele, físicamente: sangra y duele. Como mi nuca, mi cuello, mi espalda… fuerzo los músculos una y otra vez para notarlo. Las heridas, el dolor… Si alguna vez has dejado de sentir, sabrás a qué me refiero con dar gracias por el dolor, con querer respirar el dolor, lamer el dolor, abrazar el dolor…

Por lo menos lo tengo, lo he vuelto a encontrar, lo he vuelto a sentir.
Mi dolor, mi desprecio… mi lugar.


PD: Gracias, Ame... Gracias, Viki...

martes, 19 de agosto de 2008

Me ha pegado. No es muy habitual, supongo que soy algo afortunada por eso. No es, no era, demasiado violento conmigo, al menos no me pegaba palizas todo el tiempo. Me tiró del pelo, hasta hacerme arrodillarme, me obligó a decir muchas cosas. No sé por qué lo hace, pero está obsesionado con que yo misma diga o "reconozca", como dice él, cosas como que soy sólo su perra, su esclava… quiere que diga que soy una puta. Puede que lo sea, no sé, muchas veces siento que merezco un castigo y no sé por qué. Estando desnuda y arrodillada, o te conciencias de que eres sólo una esclava, o tu infierno es todavía peor.
Me pegó en los pechos, mucho, hasta que se cansó. Si voy vestida no se nota, pero están intocables, hinchados, llenos de moretones… él dice que así estaré más guapa, que tengo muy poco pecho, y que si se hincha, no me vendrá nada mal. Duelen mucho, sobre todo cuando él los muerde o manosea… pero sé que no es grave. Lo que me preocupa es el oído. Sangró mucho, bueno… mucho teniendo en cuenta que es sólo un oído. No me asusta la sangre, ni me impresiona, voy a ser médico así que sería absurdo si me intimidara un poco de sangre; pero pocas veces me hace sangrar, así que me preocupé. Tengo muy buen oído, con el canal muy estrecho… supongo que aunque me quede sin audición en el derecho, tendré una capacidad auditiva no muy inferior a la normal. Un amigo me dijo que me fuera a casa, pero María Antonia, mi amiga la "yonuncapermitiríaalgoasí,mequierodemasiadoparaeso" está en mi casa, ayer dormimos juntas. Ella sabe todo esto, pero me dijo "a mí no te me pongas estúpida sólo porque estás histérica". Me molestó. Estuve a punto de tirarle algo a la cabeza.
Lo que estoy es cansada, demasiado cansada. Ayer me dijeron que yo exijo a las personas de mi alrededor el mismo nivel de competencia que considero que yo tengo, como mínimo, pero que de lo que no me daba cuenta es de que yo ya no tenía ese nivel de competencia, de que yo ya no valgo ni una cuarta parte de lo que valía, de lo que fui.
Y tenía razón.
Sabes, Ad…. Creo que me compraré ese spray de pimienta.

miércoles, 13 de agosto de 2008

(…) Te imaginas que alguien durante meses se dedique a intentar crearte un complejo con tu peso? que se burle, te insulte y te humille en público y en privado cuando tu peso no es excesivo ni excesivamente bajo? te imaginas que ese peso vaya aumentando porque esa misma persona te obligue comer y comer hasta sentirte indispuesta? que no te deje beber agua o hacer deporte cuando quieras?
te imaginas pasarte un par de semanas haciendo ayuno para intentar adelgazar desesperadamente porque vas a encontrarte con tu pareja?
y te imaginas que, cuando te encuentres con esa pareja, se ría de ti , le diga a una amiga que cuánto ha adelgazado, para añadir inmediatamente después que todos los kilos que ella ha perdido pareces haberlos "encontrado" tú??
Y después las risas, como siempre...
Y yo… la culpa es mía, no sé aguantar una broma, me enfado por nada, soy una borde, soy insoportable, paranoica, celosa… absurda por sentirme dolida, con "todo lo que él me respeta"…
Y sí, vale, en eso estamos todos de acuerdo: Puede que yo sea demasiado susceptible,
pero estoy agotada...

miércoles, 6 de agosto de 2008

Esta entrada tiene un contenido un poco fuerte, así que imitando a Nel.la, aconsejo que si eres una persona muy sensible, te abstengas de leerla.
Siempre me dejaba esperando. Esperando durante horas. Algunas veces sencillamente no venía, otras llegaba muy muy tarde, otras venía, me follaba, y se marchaba, aunque yo le suplicase que se quedara. Le gustaba hacérmelo sin verme la cara, conmigo a cuatro patas, o inclinada, de espaldas a él, así podía utilizar lo que él quisiera en cualquier momento, podía penetrarme analmente sin previo aviso… y hacer que me retorciera de dolor. Normalmente después de acostarme con él, yo quedaba muy dolorida. Sobre todo por el sexo anal. Estaba muy bien dotado, y le gustaba hacerlo con violencia. Me produjo desgarros y heridas muchas veces. Me dolía, me dolía mucho, y se lo decía, lo que parecía que le encendía más aún. Él sabía que yo después no podía casi andar, pero decía que le gustaba mucho más darme por detrás que cualquier otra cosa. Eyaculaba dentro y no me dejaba limpiarme, me obligaba a pasear con él por el centro comercial, a pesar del dolor, la suciedad y la vergüenza. Yo intentaba disfrutar, dado que en esos momentos estaba divertido, cariñoso, dulce y atento conmigo, pero me sentía enormemente sucia, me miraba en el espejo y no me reconocía. Mentiría si dijese que nunca disfruté con él. A mí me daba muchísima vergüenza, porque no podía controlarlo, sabía manejarme absolutamente, sabía qué hacer para tenerme suplicándole que me follara, o para hacerme terminar una y otra vez. Yo me sentía fatal… una puta, tal y como él me decía y me hacía decir a mí. Casi nunca utilizábamos la cama. Le gustaba hacérmelo de pie, y en cualquier parte… en un garage, en un probador, en el baño… nisiquiera sé por qué estoy hablando de esto. Ayer me acordé… recordé cómo me sentía y me dieron ganas de ducharme con agua hirviendo… de arrancarme la piel… Una vez empezó a manosearme el trasero. Se reía de mí, me decía que lo tenía muy estrecho, e intentaba "abrírmelo" con los dedos. Forzó tanto el ano que acabé haciéndomelo encima, y le manché la mano. Me miró con una cara de asco que nunca olvidaré, me obligó a limpiarlo con mis manos, me escupió, me azotó y después de hacerme un enema, me dio por detrás con más violencia que nunca mientras me insultaba y me decía que debería darle las gracias por limpiarme, y por volver a tocarme con el asco que yo daba. La cosa estaba ya muy muy avanzada. Yo no era nadie, nisiquiera utilizábamos mi nombre, ninguno de los dos. Yo no existía, era su puta, su sirvienta, o su perra, en el mejor de los casos, yo ya no me sentía una persona. No era nadie… no era nada. Vivía anhelando los momentos de cariño que él me daba, huyendo del resto de la gente porque me daba asco a mí misma, y porque me daba miedo que descubrieran que era sólo un animal, que no merecía nada. Cuando él me abrazaba, yo conseguía sentirme bien… En ese momento estaba ya tan anulada, que cuando me dijo que debería darle las gracias por tocarme, se las dí… una y otra y otra vez, en todos los tonos, de todas las formas… hasta que me dio una torta. Tardé dos horas en calmarme, me arañé los brazos y la cara, me daba cabezazos contra la pared y habría seguido de no ser porque él me paró, me abrazó, me acarició el pelo y me hablo al oido despacito, con palabras dulces y cosas bonitas, hasta que me calmé. Me había dado un ataque de histeria.

viernes, 1 de agosto de 2008

El otro día hablé con Clara, la llamé por teléfono. Ya sé que soy tonta, que no debería haberlo hecho y que es absurdo pedirle ningún tipo de consideración, oportunidad o nada parecido, teniendo en cuenta lo mal que lo ha pasado.
Una de las cosas que más me dolió fue que me dijera que "de todo se sale con un poco de fuerza de voluntad, si uno quiere", a lo que no me pude contener y le contesté que a cuántas mujeres en mi situación conoce. Con su soberbia habitual me dijo que a ninguna y que no tiene por qué conocerlas, ni entenderlas, porque no va a ser psiquiatra.
Después de decirme que no hay nada que merezca otra oportunidad, ni en mí, ni en nuestra amistad; que no cree que me haya curado, que no cree que no vaya a volverla a traicionar, pero que aunque lo creyera, no le merece la pena intentarlo; me dijo, básicamente, que no le interesa, que ojalá me ponga bien, pero que la olvide para siempre, que le incomoda mi presencia y que no quiere escucharme, saber de mí, o hablar conmigo. Dice que no confiaría en mí nunca, y que por lo tanto al hablar conmigo cuestionaría si cada palabra que digo es mentira, lo que le conllevaría un esfuerzo y un cansancio psicológico que no está dispuesta a afrontar. No quiere arriesgarse a que la vuelva a traicionar, y ni aún en el caso de que eso no fuera a ocurrir, le merecería la pena intentarlo siquiera.
Yo entiendo su postura, aunque mentiría si dijese que no tenía algunas esperanzas al respecto. Una de las primeras cosas que dijo fue "Soy una persona adulta, y lo he superado". Han pasado 2 años. No sé si lo ha superado o no. Lo que ella intenta hacerme ver es que no es que no hable conmigo por rencor, sino que no lo hace porque es su decisión no arriesgarse a tener ningún tipo de contacto con alguien que la traicionó una vez. Intenté explicarle que no pude hacerlo, que no pude decir la verdad por ella, pero tampoco por mí, por mi dignidad, por mi salud física o mental, o por mi familia. Le dije que llevaba dos años demostrándole a las personas a las que dañé que quiero curarme, y que algunas de esas personas recibieron daños más graves que lo suyos. Me contestó que no le hiciera chantaje emocional. Mi CI y el de ella son idénticos, mi ex me obligó a decirle que el mío era 20 puntos inferior. Ya sé que es una tontería, pero ello siempre se ha creido intelectual y moralmente superior a mí. Es la encarnación de una de mis frase preferidas, de "la seguridad del que no se ha puesto nunca a prueba". Ella se cree moralmente superior a mí porque yo era una dependiente emocional, porque no tenía gobierno ni sobre mi propio cuerpo, y porque dice que ella "nunca habría permitido que le hicieran eso" y que ella "nunca habría actuado como actúe yo en la misma situación". Ella habría dicho la verdad, se habría librado de él, habría sido fiel a sus principios y a las personas de su alrededor. Francamente, no sé si eso hubiera sido así o no, lo que yo sé es que es enormemente fácil decirlo, como siempre, desde fuera. Es enormemente fácil decir "yo en tu caso haría/habría hecho…" ya. Tú. En tu estado psicológico normal, en tu situación de estabilidad emocional, con nada a tus 19 años que haya hecho temblar tus principios, enfrentarte a ellos, o ver que la realidad y la superviviencia no nos permiten ser siempre lo idealistas y éticamente óptimos que queremos ser… TÚ. En MI caso... Perfecto…

Esto es agotador. Ya sé que fui estúpida, ya sé que me dejé degradar. Ya sé que por muy gráfica que sea, siempre será mucho más fácil condenarme o estigmatizarme que intentar entender algo que no habéis vivido. Ya sé que fui, por su culpa, tonta, inmoral, mentirosa, ladrona, puta, torpe, tonta, gorda, anoréxica, fea, anormal, inútil, falsa… YA LO SÉ. No necesito que ninguna mujer más venga a decirme "yo jamás habría permitido…" Ya, claro. Yo también decía lo mismo. No necesito que ninguna mujer más venga a decirme lo moral e intelectualmente fuerte que es, porque yo también lo era. No necesito que nadie más me diga "Tú no pudiste, porque debes ser tonta, boba, sumisa, débil o gilipollas, pero YO sí podría." Porque es eso, exactamente eso lo que me dicen cuando escupen la maldita frase "Yo no permitiría, yo no haría, yo diría, yo habría hecho, yo habría dicho…." O peor aún, la estelar "Yo me quiero demasiado como para permitir eso"…

Vale. De verdad: vale. Espero de todo corazón que jamás te encuentres en una situación en la que tengas que ponerlo en práctica, espero que para ti, todo esto se quede en la dulce parte teórica, donde todos somos nobles, valerosos, sinceros y perfectos. Ah, y guapos, claro.

PD: Siento lo rabioso e impotente de la entrada. No es por vosotras, princesas. Vosotras me hacéis sonreír. No habéis intentado juzgarme, sino apoyarme. Por ejemplo, el otro día le mandé a Viki un e-mail en el que fui más sincera que en los últimos años de mi vida, y su contestación fue como un abrazo… de esos que vienen cuando más los necesitas. Simplemente, esto es algo que necesitaba decir.